21.1.13

Cuando el 2012 estaba a punto de terminar, me paré a pensar. Sí, pensé muchas cosas. Pero no hice propósitos de año nuevo, para qué, si luego no los cumplo. Pensé en lo mal que fue todo en el 2012, en la infinidad de veces que lloré, que lo pasé mal, que me decepcionaron. Pero también pensé en los buenos momentos, en las risas, en las lágrimas de felicidad, en las sorpresas, en las personas que estuvieron a mi lado incondicionalmente, esas que nunca me abandonarán. Y me dije a mi misma que este 2013 iba a ser diferente. Porque es el año de estudiar a morir, de la selectividad, de encerrarme en casa a estudiar, de no poder salir todo lo que me gustaría. Pero, sobre todo, porque es el año de la universidad, de mis 18, del verano inolvidable, de cambiarlo TODO. 

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